miércoles, 3 de noviembre de 2010

De Cortázar al aula

Los alumnos de 3º 1ª Egeor leyeron varios cuentos fantásticos del escritor argentino Julio Cortázar. Después de analizarlos cuidadosamente y observar sus características, ellos compusieron sus propios cuentos. Aquí les presentamos la creación literaria del alumno Federico Gemignani. Esperamos que les guste.

Hasta que la Muerte los Separe

Un joven matrimonio recién casado volvía de su luna de miel en las montañas, habían salido de su hotel a la tarde, pero ya la puesta de sol indicaba la pronta llegada de la noche.

Era otoño, y la noche estaba calma, con una tenue niebla que impedía ver demasiado lejos, y una brisa que mecía las más altas ramas de los árboles despoblados de hojas.

Al llegar la medianoche, cansado ya de manejar su auto durante tantas horas, Eduardo subió la velocidad para llegar a su hogar mas rápidamente. Unos minutos más tarde, mientras los enamorados hablaban sobre su encantadora estadía en las montañas, el joven no fue alertado de la proximidad de una curva, y metros más adelante, en el comienzo de la misma, su auto se salió de la ruta, y sin poder hacer nada para impedirlo, chocó fuertemente contra el tronco de un árbol.

Luego de un rato, Mónica volvió del shock producido por el tremendo golpe y cuando miró hacia el asiento del conductor, ya no había nadie allí. Ella, muy golpeada y con varios cortes en el cuerpo, salió del vehículo y empezó a gritar el nombre de su marido; corrió y corrió casi cien metros entre los árboles pidiendo ayuda sin encontrar respuesta.

La mujer desesperada y aún algo aturdida volvió al lugar del choque y se encontró con que el auto en el que se habían accidentado su amado y ella, ya no estaba; ni huellas, ni marcas, ni un solo indicio de lo que había ocurrido.

Mónica se dirigió hacia la ruta y empezó a caminar rápidamente para ver si conseguía algo de ayuda para dar con el paradero de su marido, del cual ya estaba pensando lo peor.

Completamente confundida por lo sucedido y tambaleante por sus graves heridas que de manera extraña ya no le sangraban, vio en la lejanía otro auto que se dirigía por la ruta con dirección hacia ella.

La mujer empezó a agitar sus brazos con fuerza, exclamando gritos de auxilio. El vehículo dio un rápido freno y de él se bajaron dos hombres; ambos eran de unos cuarenta años y en sus rostros latía una expresión de asombro y gran terror ante tremendo hallazgo. La dama casi sin poder hablar por la conmoción vivida, rogó que la ayuden.

Mientras los hombres la intentaban calmar, uno le dijo: - ya sé lo que le ocurrió, no hace falta que me explique; nosotros estamos aquí para ayudarla.-

Los tres se subieron al auto y se fueron de allí.

-¿Adónde me llevan?- preguntó la joven -espera y ya veras... todo estará bien- le respondieron casi al unísono.

Rato después, el conductor detuvo el auto en la entrada de una casa en las afueras del pueblo más cercano, y silenciosamente los dos hombres se bajaron del mismo. Uno de ellos le pidió a la señorita que se bajara y los siguiera. Ella lo hizo, y los tres caminaron hasta la ventana de uno de los laterales de la desconocida casa.

- Mira por la ventana y dime- dijo uno de los hombres.

Mónica observó a través de ella y vio increíblemente a su marido, a Eduardo. El se encontraba jugando en la sala con dos niños alrededor suyo y una mujer abrazándolo por la espalda, todos muy felices, como si la tragedia nunca hubiese existido.

Completamente confundida, Mónica comenzó a llorar y les imploró a los hombres para que le revelaran la verdad, y le explicaran lo que ocurría.

Uno de ellos se le acercó y le dijo –en el accidente tu marido sufrió solo una herida menor, pero la que no ha corrido con la misma suerte has sido tú… - en ese momento uno de ellos sacó un amarillento diario en cuya portada decía: “Pareja se accidenta en la ruta, la mujer murió en el acto”.

Fin

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